Son muchas las personas que, por azares de la vida, amamos el sur. Éste, nuestro sur de Gran Canaria, que bajo el paraguas del municipio de San Bartolomé de Tirajana y, con el horizonte marcado por el Faro de Maspalomas, ha sido fuente de inspiración de canciones, nombre de grandes personajes de ayer y hoy, enclave de escenario de bellas fotografías de sus parajes con sus amaneceres y atardeceres.
A nadie se le escapa la
inmensidad de sus espacios naturales desde la montaña a la costa, incluso
durante muchos años el despegar de la zona turística marcada por la GC 500 ha
puesto en el mapa internacional a emblemas turísticos como Bahía Feliz, San Agustín,
Las Burras, Playa del Inglés, Sonneland y, más recientemente, Meloneras, configurando
con esto la marca, Maspalomas Costa Canaria.
Un territorio, que desde 1960 ha experimentado una inmensa transformación en sus espacios de ocio como en sus núcleos poblacionales. El sur siempre ha sido espacio de acogimiento y anfitriones de la transformación de Gran Canaria y con ello de sus gentes. Muchas de las generaciones que se han criado, viven, ha vivido y trabajan en el sur han ido dando forma a su identidad. De una manera u otra, el sur ha logrado generar la imagen de Maspalomas Costa Canaria; dándole un sentido al sector servicios como estructura de nuevas condiciones de vida y desarrollo social y laboral con la especialización orientada y dedicada a garantizar esto que se denomina “el turismo”.
Esta labor, no es gratuita. Tiene sus contradicciones. Incluso con el modelo de crecimiento y su futuro desarrollo en los próximos años del siglo XXI. Aun así, exige de todos asumir un compromiso con el territorio, sus gentes y con aquellos que deciden visitarnos, los turistas. Esta realidad implica hacer partícipe imprescindiblemente a la ciudadanía sobre varios elementos que vertebran la imagen que ofrecemos al exterior tanto, en las ferias internacionales, nacionales o, como el entorno real que vive el visitante (turista o no) siendo parte del entramado.
Debemos hacer los deberes desde dentro ,consolidando la perspectiva de cada uno de nosotros, incorporando elementos tan importantes de trabajo como el abastecimiento de materias primas, la construcción y mejora de infraestructuras, la atención a un sistemas de salud y su especialización, el empuje de las comunicaciones aeromarítimas y terrestres, la adaptación a la transformación digital con el desarrollo de la nuevas tecnologías, la necesaria creación y consolidación de eventos y actos culturales de toda índole local, nacional e internacional, la excelencia de la gastronomía y etnografía propia y como no, la innovación y mejora de los espacios de ocio acordes con la relevancia de la seguridad que debemos ofrecer a la población local y visitantes .
Igualmente, hemos de incorporar medidas de sostenibilidad necesarias para la isla desarrollando los productos de kilómetro cero. No está todo resuelto; pero ese camino ya no se puede dejar atrás pues implica la supervivencia de la misma isla y, con ello, las mejoras de calidad del servicio que ofrecemos como destino turístico y como nuestro punto central del lugar en el que vivimos. De la misma manera, hay que incidir en la formación de la población en relación a la relevancia que, desde todas la esferas públicas y privadas, requiere el engranaje profesional de la especialización. Hay que consolidar una profesionalización que atraiga a los jóvenes y, no tan jóvenes, en garantizar tanto la calidad como la seguridad necesaria.
Actos, como los visto en estos días en Plaza de Maspalomas y otros espacios de ocio, no hablan bien de la imagen que damos dentro del sector como profesionales ni a nivel nacional e internacional. Fijar protocolos de actuación y de atención en la seguridad privada y pública son piezas claves de un atractivo nocturno que tiene nuestra climatología. Los profesionales de este sector deben actuar conforme a la mejor imagen para el sector evitando el deterioro constante al que se somonte los espacios como Plaza de Maspalomas y otros parecidos.