Se mueve una extraña nube gris en el
uso de conceptos que van unidos a la emocionalidad y al sentimiento de pertenencia,
ligazón o cercanía. En concreto, se basa en la implicación con el entorno más
cercano o local. En muchos sentidos, esas sensaciones nos identifican con un
lugar, con las personas que van dando sentido a las cercanías y al día a día,
con la características o conjunto de rasgos que nos identifican o nos
diferencian y; se conjugan con un
compartir de experiencias a las que le ponemos la etiqueta de identidad.
Esa identidad, siempre en construcción, se envuelve en iconos gráficos como elementos que se suman a la importancia y
valor personal. Muchas veces enmarcadas en figuras que evocan a nuestros familiares
más significativos, personas emblemáticas del lugar, un arado, un edificio,
gastronomía, formas de trabajo, actos religiosos, elementos gráficos y la suma
de acontecimientos históricos que marcan los puntos de anclaje centrales sobre
la idea de identidad en la que cada persona incorpora a su propia idiosincrasia.
La suma de estos elementos, inmersos
en la vivencias diarias de la colectividad, van dando pasos a las estructuras
en las que se juegan los intereses o luchas de intereses según los grupos de
poder confrontados en la forma de equilibrar o dinamizar la sociedad desde sus
posiciones de identidad simbólica, territorial, económicas y emotivas. Así
surge, grosso modo, la idea del nacionalismo como elemento de identificación común a un territorio o nación. Esta idea se
construye como pieza vertebral del modelo político del nacionalismo
identificado en movimientos sociales y políticos.
Atendiendo a esto, podemos
observar, como en Canarias, el concepto de nacionalismo ha ido navegando entre
varias corrientes políticas que, bajo la identificación de símbolos de
identidad, asumen ser los únicos interlocutores de la idea nacionalista. Estas
estructuras organizativas venían inicialmente de alianzas previas que configuraron
una serie de coaliciones que desquebrajó.
En ese sentido, encontramos que partidos como Nueva Canarias se identifican
con un nacionalismo de izquierda y los de Coalición Canaria más próximos a las
corrientes de derechas. Ambos en su modo de identificarse con la sociedad y en
el alarde de ser abanderados, en este
nuestro territorio archipiélago y nacional, se presentan como los únicos representantes del
nacionalismo canario y por ende, de los intereses generales de Canarias. Ante
esta situación surgen los siguientes interrogantes: ¿son estos partidos los
únicos que desde la identidad canaria defienden los intereses generales de
Canarias? Y por otro lado, ¿sólo los nacionalistas son los abanderados de la canariedad?
En definitiva, los argumentos
ideológicos se ajustan, se modifican, se aproximan o se distancian desde cada organización
política según intereses de la situación a la que enfrentar o definir las
prioridades para Canarias. La sociedad se mueve entre la incertidumbre o la
duda de establecer la clara línea argumental que se mueve entre Nueva
Canarias y Coalición Canaria.
Si el
primero está más cerca a las tesis de izquierda y el segundo a las de derechas ¿qué
hay en medio de esos dos puntos de
partida como idea de nacionalismo? ¿Son igualmente defensores de la canariedad
esos partidos que se mueven entre ambos polos de la canariedad y de los intereses generales de Canarias o estaremos
asistiendo a una manipulación de la idea
de nacionalismo canario?