
Pues con la llegada del verano parece que todo se cierra por vacaciones.
Ahora toca, quizás, recargar pilas. Aquellos que lo necesiten o que se vean en la posibilidad de hacerlo, no lo duden y aprovechen.
Otros, seguirán prestando su actividad e incluso, buscando actividad con la que atender las primeras necesidades. Por todos es sabido, que en este año los datos de ocupación turística han sido elevados. Incluso, se presume de ocupación completa. Vamos, que no hay una "cama libre".
Por otro lado, los datos de la contratación no han alumbrado los mismos resultados. Tenemos un paro registrado del 30,8 % en 2015. Ésto en datos simples, viene a decirnos que de 100 personas en edad de trabajar, hay casi 31 personas que no lo hacen.
El motor turístico, si bien suma ingresos; esos ingresos parece que no llegan a la población. Las contrataciones no son reflejo del flujo o cash de mercado. Las intervenciones hechas desde las administraciones no surten el efecto en la contratación. ¿A qué se debe esto?
La política de reducir costes a todos los niveles lleva a la sobreexplotación del trabajador/a del sector. Un claro ejemplo, lo tenemos en las camareras de piso. Desde siempre, ha sido un colectivo de trabajadoras en constante merma y aumento de la carga de trabajo. A ésto, se le suma el desgaste por el alto rendimiento físico y efectos en la salud a consecuencia de las intensas jornadas laborales.
Todos estaremos de acuerdo que en el motor turístico no vale únicamente con parecerlo, sino que además, debe vertebrar políticas de contratación que permita a la población aumentar sus niveles de inserción social y laboral.
Existe una responsabilidad social de las empresas pues ellas, también se acogen a las diferentes ayudas a la contratación. Pero esa, es la menor. La desgravaciones fiscales y la actividad de la R.I.C son concesiones que las sociedad en su conjunto ofrece en aras de mejorar la permeabilidad y la competitividad de las empresas.
Por otro lado, el salario en su función social, hace llegar a la población el reparto de la riqueza conforme a la actividad laboral. En la medida que no existen contrataciones reales esa riqueza que medimos en P.I.B no se refleja. Los datos de Cáritas y Cruz Roja son fiel referente de los niveles de precariedad en las que Canarias, y concretamente Gran Canaria, está sumida. ¿Y ésto quién lo soluciona?
El motor turístico, si bien suma ingresos; esos ingresos parece que no llegan a la población. Las contrataciones no son reflejo del flujo o cash de mercado. Las intervenciones hechas desde las administraciones no surten el efecto en la contratación. ¿A qué se debe esto?
La política de reducir costes a todos los niveles lleva a la sobreexplotación del trabajador/a del sector. Un claro ejemplo, lo tenemos en las camareras de piso. Desde siempre, ha sido un colectivo de trabajadoras en constante merma y aumento de la carga de trabajo. A ésto, se le suma el desgaste por el alto rendimiento físico y efectos en la salud a consecuencia de las intensas jornadas laborales.
Todos estaremos de acuerdo que en el motor turístico no vale únicamente con parecerlo, sino que además, debe vertebrar políticas de contratación que permita a la población aumentar sus niveles de inserción social y laboral.
Existe una responsabilidad social de las empresas pues ellas, también se acogen a las diferentes ayudas a la contratación. Pero esa, es la menor. La desgravaciones fiscales y la actividad de la R.I.C son concesiones que las sociedad en su conjunto ofrece en aras de mejorar la permeabilidad y la competitividad de las empresas.
